Historia de Almócita

En Almócita, fundada por los descendientes de Tubal, pervive la historia árabe tanto en sus calles como en su arquitectura urbana, conservando aún la Judería en el Barrio Bajo, con sus habitáculos en ruinas de gran valor. Este lugar, que se muestra tan callado y humilde en su existencia, encierra en su casco urbano la arquitectura morisca mejor conservada de la provincia. Sus casas son sencillas, siendo sus calles estrechas y serpenteantes, y es grato encontrar en su interior plazas adornadas con enredaderas y geranios. Antiguamente, en el lugar contaban con un aljibe árabe, comunal, que abastecía al pueblo, sobre el cual está ubicado actualmente el Ayuntamiento; una fuente, un baño, un horno de pan junto a la mezquita, un molino harinero en el río de Bogaraya, una fábrica de hierro establecida por el Marqués del mismo nombre, que elaboraba cada año 3.000 arrobas con máquina de viento a impulsos de agua, la cual caía impeliendo el aire al fuego de las fraguas que había en ella; una herrería y dos almazaras.

En la época medieval contaban con grandes criaderos de gusanos y moreras, de las cuales son contadas las que se conservan, por lo que poseían una gran industria de seda. En la Sierra de Gádor aún se puede contemplar la torre de la antigua fábrica llamada de «La Escopeta», en el barranco del Pilar. También se encuentran las ruinas de las minas de La Pandora y la Minilla. Al Oeste está ubicada una cantera de pizarras muy maleables al trazado, que fueron aprovechadas para reformar y revestir el vestíbulo y techos de las antiguas fundiciones de plomo que se encontraban en esta localidad. Tradicionalmente, producía aceite, almendra y uva de mesa o de embarque, y en su jurisdicción estaban enclavadas parte de las famosas minas de plomo de la Solana. Estas fueron fuente de riqueza en el pasado próximo, estaban ubicadas en el Cerro del Capitán, el cual domina el pueblo.

Su historia corre pareja a la del resto de los lugares de la zona. Es importante resaltar un episodio histórico ocurrido en el año 1570: fue la llegada de don Juan de Austria a Almócita para la negociación de la reducción de moriscos sublevados en la Alpujarra, cuya paz se celebró bajo una encina en el Cortijo del Hadid, que desde entonces tomó el nombre de «Cortijo de las Paces».

Distintas partes de la misma, entre ellas su torre, fueron reedificadas a finales del siglo xvii; estas restauraciones no se ajustaron al modelo original, dando lugar a la ruptura de la armonía y belleza del monumento. En su interior fue colocado el Santísimo Sacramento por el Arzobispo de Granada, don Martín de Ascargosta; su sólida imagen está complementada con el hermoso artesonado que cubre su única nave. eires, Padules y Almócita comparten la Ermita de Nuestra Señora de los Desamparados, que actualmente se encuentra en ruinas, sobre un promontorio entre los tres poblados.Se recomienda un paseo por los Tajos de Cuevacaliente y del Laerán, sobre el Barranco del Bosque, que fue de donde se extrajo la cantería para la construcción de la mencionada iglesia. Su vega, escalonada sobre el río Andarax, es fértil y además nos ofrece maravillosos paisajes entre las altas montañas, barrancos y cerros que la rodean.

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